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lunes, 2 de noviembre de 2009

Las cosas claras

Retomando la entrada anterior, quería contarles cuales son mis puntos.

Con respecto al tema principal del blog, a los vinos los veo como consumidor. Por lo cual, como si los pagara. De hecho, el 99% de los que tomo en mi casa y de los que llevo a catas o reuniones, los he pagado.
Y digo como si los pagara, porque en las catas en las que participo, yo pongo lo mío, pero somos varios a la mesa... Y también están las degustaciones o ferias, donde pruebo vinos que no estoy pagando de hecho (más allá de algún pago simbólico que cobre la vinoteca o cueste la entrada a la feria).
Entonces, cuando estoy tomando algún caldo que me regalaron o catando en una reunión o para una vinoteca, trato de situarme en la posición del que lo pagó.
Porque, todo bien con el placer de tomar esta bebida tan noble o el trabajo de la viña durante años o las noches sin dormir para cosechar o cuidando que no se vayan de temperatura los tanques fermentando: pero las botellas de vino no las regalan. Es un producto más del súper o si quieren, de la vinoteca (que es un comercio finalmente).
De todo esto, se desprende el concepto de la RPC (Relación Precio Calidad) o RCP (para el caso, lo mismo). Es decir, lo que vale el vino, no lo que cuesta.
En nuestro mercado, hay mucho vino que lamentablemente no vale lo que cuesta, a contramano del puñado que dan más placer que lo que tuvimos que pagar por ellos. Esto es una realidad que va más allá de gustos y billeteras.
Y esto me lleva aclarar otro concepto errado y popular (que alguna vez tuve mío), que es que (casi) no hay vinos malos. Uno suele decir, de buenas a primeras, que un vino que no le gusta o que rinde muy mal, es malo. Y no es así.
Lo que si hay, es vino caro (y mucho).
Respecto a la RPC, prometo en breve hacer una nota para ampliar.

Pasando al tema de los restaurantes, estoy en una situación similar: los critico como consumidor. Esto es, pago mis cuentas como el público común.
Más allá, que algún dueño conocido me haga una atención (que por suerte a veces pasa... JeJe), yo lo evaluo como si hubiera pagado por todo, como cualquier hijo de vecino. Como tampoco me anuncio cuando reservo o cuando llego al comercio. Sino, considero que pierdo transparencia y dejo de ser coherente.
Todos sabemos que los pocos críticos que escriben en los diarios y revistas de mayor circulación de la Argentina, no pagan en sus visitas (y guarda, que casi es lo mismo en cuanto a críticos de vinos en los mismos medios).
Bueno, no hace falta que me meta más en el barro... JeJe
Ojalá pudiera cobrar por catar vinos o testear restaurantes, sería un trabajo muy lindo!! Pero por ahora no...

En fin, diferencias y similitudes con otra gente. Es la vida.

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